
En la búsqueda obsesiva por no perder tiempo, hemos perdido la capacidad de habitar el presente. Cada momento se ha convertido en un medio para otro fin, nunca en un fin en sí mismo.

Cuando una persona está permanentemente sin aliento en el trabajo, quiere al menos cruzar la meta en su tiempo libre. La actividad compulsiva reemplaza al descanso significativo.


La libertad de contrato entre el fuerte y el débil no es libertad: es dominación con papeles firmados. Es la violencia estructural vestida con el lenguaje pulcro del derecho.


El imperialismo contemporáneo no necesita conquista militar. Basta con ofrecer "ayuda al desarrollo", con enseñar "competencias emprendedoras", con promover la "optimización personal". Las cadenas son invisibles pero no menos reales.
